ERNESTO CARDENAL. En recuerdo
El 1 de marzo de 2020 fallecía en Managua Ernesto Cardenal, uno de los personajes más interesantes del siglo XX para América Latina y para el mundo.
Nacido en 1925 en Granada (Nicaragua), en el seno de una familia acomodada, inició sus estudios en Managua para continuarlos, más tarde, en México y Nueva York. A lo largo de su vida desarrolló una amplia actividad como escritor, poeta, teólogo, artista y político.
Su poesía está marcada por el compromiso, ideales, búsqueda de la belleza, denuncia e innovación. Destacan entre sus obras “Salmos”, “Versos del pluriverso” o “Cántico cósmico”. Fue presidente honorífico de la Red internacional de Escritores por la Tierra y propuesto en 2005 al Premio Nobel de Literatura. Como escritor recibió diferentes premios y distinciones.
Su inclinación artística derivó también hacia la escultura y pintura, apoyando la pintura primitivista, de la que promovió un Círculo que se afincó en el archipiélago nicaragüense de Solentiname.
Como teólogo, fue un gran referente para la Teología de la liberación, apostando por los pobres como la auténtica opción cristiana. Marxismo y cristianismo constituían caminos convergentes de liberación, cuando no el mismo proyecto con lenguajes aproximados.
No obstante, experimentó un gran acercamiento a la mística cuando viajó al monasterio trapense de Gethsemani (Kentucky) y conoció a Thomas Merton, entonces maestro de novicios. A su vuelta, en 1965, en Solentiname fundará su comunidad y escribirá el Quinto evangelio, el Evangelio de Solentiname.
Su compromiso político lo llevó a integrarse en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), organización que toma el nombre del libertador Augusto César Sandino (1895 – 1934), para llevar adelante, según sus propias palabras, una revolución desprovista de venganza. Participó en 1954 en el golpe de abril contra Anastasio Somoza y, más tarde, en la revolución sandinista que desalojó definitivamente a la dinastía de los Somoza de Nicaragua, que la habían convertido en su finca particular con el beneplácito de Estados Unidos. Su triunfo supuso una gran esperanza para el continente latinoamericano y para el mundo, por su pluralidad ideológica.
Fue ministro de cultura desde 1979 a 1987 y, decepcionado por la deriva autoritaria de alguno de sus dirigentes, abandonó el Frente en 1994, dando su apoyo, junto a otros antiguos militantes al Movimiento Renovador Sandinista.
Como síntesis de su pensamiento, vaya la siguiente reflexión:
Toda revolución nos acerca al Reino de los Cielos, incluso una revolución perdida.
Federico Velázquez de Castro
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