La magnitud de la noviolencia, su desarrollo y el papel de la educación. Jaime Fernández Gianzo, asesor de Educación del Centro UNESCO de Andalucía

La magnitud de la noviolencia, su desarrollo y el papel de la educación. Jaime Fernández Gianzo, asesor de Educación del Centro UNESCO de Andalucía

¿Qué es ser pacifista, qué es ser noviolento? Considerarse como tal es una actitud ante la vida, no una determinada posición ante eventos particulares, ni tampoco una postura meramente intelectual. Reducirse a ello no siempre es pernicioso, pero merma el verdadero potencial de la noviolencia como motor de transformación personal y social. Reflexionemos, pues, sobre en qué consiste ser noviolento, cómo iniciar ese camino, y cómo pueden difundirse sus fundamentos, sus métodos y sus técnicas.

I. RECUPERANDO LA DIMENSIÓN DE LA NOVIOLENCIA

Hasta poder considerarse noviolento, uno debe acometer amplias reflexiones sobre la naturaleza humana. Sin embargo, sobre la noviolencia y el pacifismo siguen pesando los prejuicios que afirman su inutilidad, su candidez, su debilidad de carácter y su utopismo. Al mismo tiempo, y paradójicamente, nuestros grandes referentes culturales estuvieron más cerca de una cultura de la paz que de una cultura del enfrentamiento. Generalmente, una sociedad tiende a considerarse heredera cultural y ética de Sócrates, Confucio o Thoreau, por más que tenga en cuenta el impacto de César, Napoleón o Stalin. Sin entrar en valoraciones socioeconómicas y políticas –o incluso en meras querencias personales-, es difícil admitir que una gran comunidad albergue, por mucho tiempo y sin forzar su afecto, aprecio natural por referentes que promueven la destrucción y no la construcción.

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